Desde hace muchos años, la inteligencia artificial ha dejado de pertenecer a la ciencia ficción para convertirse en una realidad. Ya no estamos hablando de un futuro lejano, en el que el ser humano ha colonizado el espacio y existe una confederación intergaláctica gobernada por robots, estamos hablando de aquí y ahora. Si bien es cierto que actualmente la IA no es como la pintan en las películas, sí que tiene infinidad de aplicaciones, algunas de ellas ya integradas en nuestro día a día, como Siri, Alexa o Google Home, y otras no tan populares como la automatización de diversos procesos, sobre los cuales profundizaremos más adelante.
El profesor de Marketing y rector de la ESCP Business School en Berlín Andreas M. Kaplan define la inteligencia artificial como “la capacidad de un sistema para interpretar correctamente datos externos, aprender de los mismos y emplear esos conocimientos para lograr metas y tareas concretas, a través de la adaptación sensible”.
En este sentido es conveniente mencionar dos grandes ramificaciones que florecen a partir de este concepto, el machine learning y el deep learning. La primera se refiere a una disciplina surgida durante los años 80 y que diseña sistemas que se auto-programan y van a prendiendo sobre la marcha, y con aprender nos referimos a identificar patrones complejos entre cantidades ingentes de datos. La segunda consiste en un conjunto de algoritmos estratificados por capas, en las cuales se procesa la información recibida de una manera progresívamente más profunda, aprendiendo de esta y sacando conclusiones cada vez más profundas según avanza por los distintos niveles. En definitiva, el deep learning es capaz de emular una red neuronal de forma eficiente y precisa.
Todo esto es posible gracias al Big Data, es decir, acumulaciones de conjuntos de datos (hablamos ya no de gigabytes, sino de terabytes, petabytes, exabytes…) almacenados en servidores de internet, que resultarían incontables e improcesables para la mente humana, pero que gestionadas por una IA tienen un sinfín de aplicaciones, como facilitar la consecución de objetivos empresariales por medio del análisis de estadísticas, mejorar el rendimiento de tareas muy mecánicas mediante la automatización, planificar estrategias futuras, predecir el comportamiento de los consumidores, realizar análisis de todo tipo… Y esto se lleva a cabo en periodos de tiempo prácticamente despreciables.
Una vez explicado el contexto, comenzaréis a comprender las aportaciones que la IA puede brindar al sector del marketing, en el cual se trabaja constantemente analizando datos de consumidores, elaborando perfiles de usuarios y tratando de anticiparse a sus deseos. Imagináos, si la IA es capaz de sacar mucho mayor provecho de los datos que la inteligencia humana, el panorama que se presenta ante la adaptación de ésta a las labores de marketing y publicidad supondría un verdadero cambio de paradigma en éste sector durante los años venideros.
No obstante, ¿qué aplicaciones concretas tiene esta tecnología dentro del sector? A continuación os dejamos una lista con algunos ejemplos para que os hagáis una idea, teniendo en cuenta que esta ciencia aún se encuentra en una fase de desarrollo muy temprana.
–Chatbots controlados por IAs complejas que simulen la experiencia que se obtiene de una conversación con un humano. Es verdad que el empleo de los bots no es nada nuevo, desde hace años se llevan utilizando para solventar los problemas más básicos que les puedan surgir a los clientes de un determinado negocio. El caso es que si se implementa una IA compleja en estos bots, se consigue una experiencia de usuario elevada al siguiente nivel, aportando un servicio de atención al cliente cuidadosamente diseñado.
–Email marketing más eficiente. En anteriores ya hemos hablado de esta técnica y concluimos que requiere del correcto análisis de muchos datos y una adecuada planificación. Pues bien, una IA simplificaría considerablemente todo ese proceso, además de mejorar su eficiencia.
–Campañas publicitarias basadas en predicciones de la IA. Al trabajar con una cantidad ingente de datos, las predicciones serán mucho más precisas y nos ayudarán a realizar las inversiones y elaborar los presupuestos con mucha mayor confianza. Es lo que se llama Marketing Automation.
–Recomendaciones de compra más acertadas. Al comprender mejor los comportamientos actuales de los usuarios y ser capaz de predecir los futuros, las recomendaciones hechas por la IA generarán más conversiones por pura probabilidad.
–Generación de contenidos. Al igual que en el punto anterior, al conocer a la perfección lo que quieren los internautas, automáticamente se puede generar el contenido que más les interese. Esto, por ejemplo, quiere decir que se pueden generar entornos de Realidad Virtual según los gustos de un usuario cualquiera en tiempo real.
–Aplicación al diseño web y UX. La IA nos permitiría diseñar webs que se ajusten a los estándares que marca la industria, así como el algoritmo de Google, lo cual ayudaría a posicionarlas de una manera más rápida.
–Asistente por voz. En este apartado la IA influiría enormemente, aportando una interpretación objetiva de las intenciones de búsqueda de los usuarios y arrojando resultados más satisfactorios.
Para concluir, la tecnología ha llegado a nuestras vidas para facilitarnos todo tipo de tareas y, si bien a priori el uso de la IA puede suponer una ventaja competitiva frente a quien no la utiliza, a largo plazo se convertirá en una constante dentro de la industria, discriminando a las empresas que no la empleen. Desde MB Global os aconsejamos que sigáis de cerca la evolución de esta maravilla de la ciencia y estéis atentos a sus novedades para aprovecharlas en vuestro beneficio.
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